En una América Latina históricamente definida por riquezas y diversidades biológicas y culturales, pero también por fuertes saqueos colonizadores y en los últimos tiempos, neocapitalistas y neoextractivistas, los distintos países que la conforman pulsan entre vaivenes de manifestaciones sociales y comunitarias que son expresión de lucha por territorios, cosmovisiones, epistemes e identidades, pero también de grandes despojos, deterioro socio ambiental y repercusiones altamente nocivas a la salud.
Es dentro de este panorama, en el que la amenaza en contra del patrimonio biocultural de los pueblos presenta diversos rostros sombríos: apropiación abusiva territorial con todos sus componentes biológicos y abióticos, actividades mineras, contaminación de ríos, educación excluyente, conservadora y clasista, introducción de transgénicos, sojuzgamiento étnico, e implementación de tratados internacionales que más que beneficiar, son una forma disfrazada de saqueo legalizado.
A partir del inicio de la difusión gubernamental selectiva en México del Protocolo de Nagoya se inició una respuesta académica crítica, manifiesta durante el IX Congreso Mexicano de Etnobiología, realizado en el año 2014, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, fortalecida a través de distintos foros académicos y reuniones comunitarias hasta desembocar en una Declaratoria formulada en la ciudad de Popayán, Colombia durante el IV Congreso Latinoamericano de Etnobiología y V Colombiano de Etnobiología, realizado en septiembre de 2015, bajo la iniciativa de miembros de la Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE) y de la Asociación Etnobiológica Mexicana (AEM). Con este coyuntural antecedente surgió la necesidad de echar a andar la Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural y desde ese momento ha trabajado activamente para lograr el intercambio informativo, interconexión, altavoz y proponente de las distintas situaciones y acciones inherentes al patrimonio biocultural latinoamericano.
Posteriormente la Red ha recibido el apoyo institucional a través de proyectos de investigación, logísticos y divulgativos de la Universidad Autónoma Chapingo y la Sociedad Colombiana de Etnobiología; además de toda la colaboración entusiasta con actividades diversas de sus más de 1020 miembros, pertenecientes a la gran mayoría de países latinoamericanos y del Caribe.