Una cooperativa, un tejido de experiencias

Daniela González Castillo

Fotos: cortesía estudiantes PIES ÁGILES

Los días 14 y 15 de mayo de 2022 en Cuetzalan de Progreso, en la sierra Nororiental de Puebla, se realizaron diversas actividades para celebrar a San Isidro Labrador, santo patrón de la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske. Alrededor de la fiesta estuvieron presentes las danzas, las flores, la música, la comida y la bebida. Además hubo un trueque de plantas y semillas, visitas a huertos medicinales, intercambio de experiencias agroecológicas y un taller de cromatografías de suelos.

Ese fin de semana se vivió de forma integral la bioculturalidad de esa región en particular, diríamos en náhuatl: nochi in cemanahuac tlaxipepanoa (todo el universo se entreteje). Pudimos presenciar como es que la comunalidad es expresada de múltiples y entretejidas formas. Por ejemplo, desde lo espiritual a lo político, hasta de lo medicinal a lo religioso. En efecto, intuimos que todas estas dimensiones suelen recaer al último en algo tan minúsculo como lo puede ser una semilla o una decisión.

Gracias al entusiasmo y al esfuerzo de varias semanas de organización, de días nublados y otros más despejados, pero con la firme certeza de compartir estrategias agroecológicas, se reunieron al menos 12 comunidades de aprendizaje o COA’s y 3 cooperativas, haciendo un total aproximado de 35 personas que estaban ahí para formar parte de un espacio abierto al diálogo de nuestros territorios (tierra y mente/ cuerpo) desde diferentes perspectivas: políticas, sociales, estéticas, espirituales, biológicas y ecológicas.

El primer día, 14 de mayo, tuvo como punto de encuentro al Vivero Tosepan en Xiloxochico, ¡qué mejor lugar para germinar las agroecologías que un vivero! Así la sierra poblana se sigue posicionando como un excelente semillero y sus habitantes el mejor abono, porque así como ellas y ellos, también el territorio es fértil, abundante, cálido y resiliente. En el vivero se compartió el café, los tlayoyos, la cecina y el agua fresca, el taller y las agroecologías de la voz propia de quienes las viven.

En particular el taller de cromatografías estuvo dirigido a las mujeres de la Cooperativa Tosepan Pajti. Cabe destacar que ellas preservan un entramado de saberes y prácticas con una significativa valoración dentro del pensamiento regional, así es como recurren a la herbolaria tradicional para prevenir enfermedades del cuerpo/mente. Al mismo tiempo, cultivan a la medicina en sus huertos familiares y es así como se expande su práctica hacia otros horizontes, pues sus capacidades de cuidado son dirigidas también al entorno que las rodea y a la inmediata naturaleza, de esta manera fomentan el cuidado integral de nuestros territorios.

Intercambiando semillas, frutos, flores y plantas.

A fin de cuentas el taller y los resultados obtenidos contribuyeron a mostrar el trabajo que han tenido las manos de cada una de ellas y de cada una de las personas que llevaron consigo un puñito de sus tierras. Los cromas no solo nos permiten observar y comprender las condiciones de un suelo, sino que muestran el trabajo de cada comunidad sobre el mismo. Lo más importante de estos talleres radica en la generación de un espacio que nos permitiera congregarnos, conocernos, sentirnos y compartir-nos actos dirigidos hacia el buen vivir, la lucha del territorio y la defensa de la vida.

Fue así como mujeres y hombres de diferentes localidades como San Pedro Hueytentan del municipio Cuautempan, San Pedro Cholula, Españita, entre algunas otras de Puebla y Tlaxcala, compartieron su experiencia a un público diverso conformado por niños, madres, cooperativistas, agricultoras y agricultores, estudiantes, becarios, abuelos y abuelas. Cada panelista compartió desde su punto de enunciación su camino sobre las agroecologías. Por ejemplo, desde quien establece azoteas verdes ante la falta de espacio; o quien halla en una parcela traspatio una oportunidad para tener independencia económica y soberanía alimentaria; o quienes encuentran al cafetal o a la milpa una forma de conservar a la agrobiodiversidad, hasta quienes proponen talleres de preparación de bioinsumos como forma para remediar el tejido social.

En particular una hija y su madre guiaron el recorrido a sus huertos medicinales, en donde no solo cultivan diferentes tipos de plantas aromáticas, flores y frutos; sino que también cultivan el trabajo comunal entre cada integrante de la familia, así como con las y los vecinos, y el resto de miembros de la Cooperativa. En sus huertos florece la autonomía de quienes los trabajan, pues claramente señalan estas Guardianas de la salud:

“Aquí nada más se viene a trabajar en los tiempos libres, no tenemos un día para trabajarlo, sino que tenemos nuestros espacios libres, a lo mejor el día de descanso o el día que se tenga un ratito”.

Me gusta la idea de pensar que a la libertad la tenemos a una semilla y un puño de tierra de distancia.

En uno de los momentos finales del día, algunos integrantes de la Unión de Cooperativas nos compartieron su visión histórica y su reflexión crítica ante la formación de la cooperativa y su manutención a lo largo de los años. La transmisión de los saberes, los ideales y el compromiso a través de las generaciones tiene una importancia fundamental. Al igual, que el flujo activo de la producción de bienes materiales e inmateriales, así como la remuneración justa del trabajo. Concluimos que en realidad las cooperativas buscan actuar contracorriente para la transformación del mundo. De esta manera, consideramos que pueden utilizarse como ejemplo de un proceso vivo para incentivar un cambio en las políticas públicas actuales.

Al siguiente día, 15 de mayo, la danza y la música arroparon el festejo de San Isidro Labrador. Por un lado, danzantes, de todos los géneros y edades, ofrendaron en cada pisada y en cada movimiento a su cuerpo como parte de su espiritualidad. Por otra parte, las semillas, las flores y en general las plantas también eran parte de los regalos, ya que las encontramos en los altares como ofrendas vivas, o en los bordados de las vestimentas y ataviadas en los cabellos de las mujeres, o bien como símbolo del comienzo, de la bienvenida a un nuevo ciclo del calendario agrocultural. El valor de las semillas y las flores resultó ser muy particular, porque protagonizaron el trueque entre las y los asistentes. Además, su valor va más allá del económico, pues estas encarnan lo más preciado que tenemos: la vida. Cada una de ellas sintetiza una forma de estar/ser el mundo. Después de todo, un huerto comienza con una semilla.

Momentos previos al truque.

Fotos: Cortesía de estudiantes PIES-ÁGILES, casa Puebla- Tlaxcala.

Revisión: Yolotzin Zamora Mendez y Sonia Fernández Hernández.

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